Hoy se celebra el Dia Mundial del Parkinson

Basta consultar la CHE Toxicant and Disease Database de The Collaborative on Health and the Environment (http://www.healthandenvironment.org/) para ver como  las causas de esta enfermedad se deben en gran parte  a pesticidas de uso agrícola y también usados en nuestros hogares. Varios estudios han demostrado que las personas más expuestas a herbicidas tienen hasta 4 veces más riesgo de padecer la enfermedad y los más expuestos a insecticidas hasta 3, 5 veces más.

Esta base de datos cita que hay una fuerte evidencia de asociación del Parkinson con el MPTP (meteridina o heroína sintética)  y el disulfuro de carbono. Y buena fuerza de evidencia en estudios que lo asocian con sustancias como el monóxido de carbono, metanol y paraquat. También existen datos que lo asocian a sustancias como el aluminio, la dieldrina, el dicuat, el glifosato, el plomo, el mancoceb, maneb, n-Hexano, plaguicidas organoclorados, organofosfatos, PCB, plaguicidas en general, piretrinas, piretroides y rotenona. Sustancias tan cotidianas, incluso en nuestro ámbito casero,  que no se explica que las autoridades no hayan  tomado ya cartas en el asunto.

Las evidencias en torno a las causas ambientales del Parkinson  crecen  día a día. Hace no mucho unos investigadores de las Universidades de Duke y Miami, en EEUU, volvían a establecer en un artículo de la revista Molecular Cell, la asociación entre pesticidas y la citada enfermedad, apuntando que aunque se hayan identificado algunos genes que puedan predisponer, eso sólo afectaría a una pequeña parte de los que padecen la enfermedad. Y que, en todo caso, lo que se daría es una interacción entre los genes y los factores ambientales.

Sin embargo los factores ambientales siguen siendo la hermana pobre de la investigación y de las actuaciones sanitarias y políticas pues es una contradicción que se sigan interponiendo carísimos estudios de tipo genético o farmacológico cuando solo un 10 por cien de esta enfermedad se supone ligada a difusas causas genéticas mientras se insiste por parte de algunos en apuntar al desconocimiento de las demás causas y que por ello el Parkinson no se puede prevenir ¿Por qué, a pesar de que se sabe que hay una serie de causas  ambientales, que son las más claramente establecidas, se pasa de puntillas por el tema? ¿Por qué se margina la prevención? Quizás si nos atenemos al intrincado panorama de la industria química, tanto como a su poder, podamos encontrar la respuesta al mismo tiempo que la reflexión. La clase médica, por ejemplo,  debe hacerlo sin dilación acerca de sus vínculos con la industria química y de si los mismos pueden o deben seguir influyendo en su modo de afrontar la lucha contra una serie de enfermedades -el Parkinson es sólo una de ellas- que hasta ahora se fundamenta casi en exclusiva en la interposición  de remedios farmacológicos que no han demostrado, mas allá de la esperanza, ningún resultado alentador.

Dr. Adrian Martínez

Presidente de aaeiaa

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